martes, 12 de junio de 2012

Filosofía barata y zapatos de goma

Volví a escuchar un disco de mi adolescencia. Me doy cuenta de lo mucho que sangra ese disco, de lo que sangro. Miro por la ventana como esperando, pero no es eso. Me acuerdo que un lunes a la mañana te dije que me iba a ir, me llevé la carpa, la marmita y toda mi ropa. Nos despedimos con una sonrisa (esta mentira te hace feliz, quise quedarme pero me fui). No fue en la terminal y no estaba descalzo. Fue en plaza Once, a las 8 de la mañana cuando di un paso hacía la lejanía. Sin darme cuenta, quizás, estaba viéndote por última vez. ¿Por qué siento eso? "La palabra se entrecorta" dice un personaje de un cuento-poema que estoy escribiendo. Es eso. Antes de llegar a Once casi vomito en el 105. Casi saco afuera, como la noche antes, todo lo que tenía de más íntimo. El tiempo paso. Ahora estoy acá, en piyamas, de la cama al living, como otro cd de mi adolescencia. El tiempo es una herida, nací para nacer y no salir con vida - es verdad Charly, es verdad. Pensar que el último recital que fui con él vi la decadencia tuya en el escenario. Me tuve que bajar del 105 y tomarme un taxi porque sino iba a ser muy feo lo que podía llegar a pasar. Cuando llegué a Luján, me di cuenta: me había ido, me traje de una vez por todas la carpa y la marmita.


(puedo aterrizar en la oscuridad)

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