lunes, 2 de julio de 2012

El árbol de tilo


Con mi primer sueldo le compré un árbol de tilo a mi mamá. Mi papá lo plantó en el campo. Me acuerdo que me costó ochenta pesos, era flaquito, con dos ramitas y algunas hojas. Era primavera y lo subimos en la caja de la camioneta de mi vieja. De eso ya pasaron casi cuatro años. Hace cuatro años que trabajo en la docencia, que día a día me paro enfrente de un curso e intento enseñar lo que no sé, eso que se llama Prácticas del Lenguaje para los diseños curriculares.
 A veces me siento raro, no entiendo qué fue lo que me hizo sentirme bien al estar al frente de una clase, con la responsabilidad que eso conlleva. Hay veces que pido demasiado y otras en las que no estoy tan exigente. Lo que pasa en cada curso es maravilloso, es alquimia pura. Hoy un alumno me abrazó y me dijo que no quería que me vaya, se hizo, en joda, el que lloraba. Me reí mucho. El alumno se llama Cristian y es el segundo año que lo tengo, lo tuve hace cuatro años, en mi primera suplencia. El pasado siempre vuelve y es impresionante reencontrarse con ciertos pibes, cruzarlos en la calle. 
Hace unas semanas me crucé con una alumna que ahora es mamá. Yo me iba para Capital, esperaba el colectivo en Belgrano y Mitre, todavía no hacía frío, así que debe haber sido en abril. Me contó que tuvo un bebé sietemesino, que lo tenían en la incubadora. Me acordé que se puso de novio, el año que yo la tuve, con un chico del curso, el Pocho. Yo quería que el Pocho termine el colegio y que escriba, que sea escritor, el también quería. Le gustaba el periodismo, le gustaba escribir desde su experiencia, hablaba de los jóvenes y cómo se los criminalizaba con una coherencia que daba miedo al militante mas entrenado. 
Esas cosas pienso ahora, que vuelvo cansado, que enciendo la compu después de un día de trabajo.

1 comentario:

  1. supongo que la alquimia es porque ayudás a que se piensen, y para que la dinámica no se pierda, vos seguís pensándote.

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