jueves, 6 de septiembre de 2012

Nuestros lugares

Cuando estoy con vos me siento un nene. No me puedo enojar. Sos un cuerpo largo, flaco, morocho que se extiende al lado mio y me mira con ojos dorados, sí, esos ojos no son negros, son del profundo dorado, de ese dorado del que estás hecho. Yo nací para quererte toda la vida dice una zambita que cantamos juntos varias veces ¿y sabés qué?... Tengo ganas de que me muestres de nuevo nuestro norte, que nos subamos al cerro San Bernardo y que tomemos mate mirando a la linda, que vayamos una noche más a la Casona y que Abel cante Zamba del carnaval y que a mí se me escape una lagrima de vino y coca. 
La semana que viene, quizás, nos encuentre en Córdoba. Nunca te fuiste de ahí y, a veces, en tus charlas, decís "acá en Córdoba" refiriéndote a Capital Federal. Yo te dejo, te entiendo. Córdoba fue la mejor parte de tu vida, quizás yo soy un simple ocaso de eso que viviste allá. Pero creo que también Córdoba tiene algo todavía familiar que no tiene Capital. 
Buenos Aires, lo sabemos, es una bestia hostil con todos, mezcla de soledad, snobismo y no sé cuántas cosas más que la hacen bastante pedante y difícil. Por algo tienen el jefe de gobierno que se merecen. Pero eso no importa ahora. Lo que importa es que ya pasó mas de un año y que seguimos, los dos con varias kilos de más, con más panza, más canas, más recuerdos. Pensar que hace un año te ibas solo para Córdoba a festejar el cumpleaños con tu familia. Ahora, tu familia me espera y ya pensamos en cómo voy a hacer con mi terrible adicción al cigarrillo... 
Ahora, en mi casita de Luján, te imagino buscándole el regalo a Mel, en un shooping, todo tan frívolo, tan distante. Hoy dormí todo el día, fui al gimnasio, di clases, tomé mates con Marga y Eduardo en la cama y tome mates solo en mi pieza. La pieza que nos vio mirando tele toda una tarde entera, jugando a estar de vacaciones en la casa de mis viejos y después está ese lugar, el lugar que quiero para mi vejez, para cuando todas las obligaciones se hayan disipado y sólo quede esperar: Carlos Keen. 
Carlos Keen nos espera con el tilo que le regalé a mi vieja con mi primer sueldo, para hacer mates con yuyitos, para hacer dulces, comer mandarinas en invierno y frambuesas en verano. Te voy a contar un secreto: mi fruta preferida es la frambuesa, me gusta ese gusto ácido que tiene y que se te queden los dedos morados después de comerla. 

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