viernes, 24 de mayo de 2013

Marina, gata aristócrata

Mis semanas son vorágines. Hoy dormí todo el día. Vi el sol a las tres de la tarde. Llevamos a Marina por primera vez al pasto, saltaba como una liebre. Tenía miedo de pisar eso esponjoso y verde. Nos miraba con cara de pobrecita. Marina, nuestra gata, nuestra hija, está cada vez más grande. Se lleva mejor con Marcos. Con él tiene una relación amorosa (amor- odio), a mí me mira de lejos, con respeto. A la tarde dormimos la siesta juntos. Me desperté y ella sólo se bajó de la cama para comer, volvió a subirse y siguió durmiendo. Cuando llega Marcos es el desastre, se vuelve loca. Empieza a correr, a gritar, nos araña. Parece que la llegada de Marcos es la llegada de alguien que le va a traer diversión. Marcos se puso a jugar a la Wii y la gata miraba extasiada como las manos de él se movían de un lado a otro en el aire. Me la imaginaba pensando: "¿Serán pases mágicos?". Ahora, cansada de tanto hinchar, se tiró al lado de Marcos y duerme. En la televisión está Mario Bros saltando en tres dimensiones, yo me paseo de mi blog al facebook, del facebook a los diarios sin encontrar consuelo. A la noche vamos a comer empanadas que me regaló mi vieja. Marquitos dice que la gata es una india, a mí me gusta decir que es una Marina de pura raza: aristócrata, genuina. Su leche con comida para gatos se parece un poco a mi leche con cereales que me hago siempre a la una de la mañana, antes de dormirme.

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